En los bosques y los sotos, su medio natural, los mirlos son aves ariscas que permanecen ocultas. Pero los que viven en contacto con el hombre se han hecho mucho más intrépidos y, desde hace un siglo, experimentan una considerable expansión. Si un gran número de especies ha sufrido graves perjuicios a causa de las actividades humanas, el Mirlo Común ha sabido, por su parte, sacar partido de las mismas sin, por otro lado, caer en un estado de estricta dependencia, como el Gorrión Común. Se encuentra en todas partes a nuestro alrededor, e incluso los más pequeños jardines pueden albergar su nido.
Es un pájaro vivo y agitado. Si se asusta, huye volando raso, lanzando un irritado crescendo. Moderadamente inquieto, se contenta con algunos «tchar-tchar» interrogadores, mientras que al acercarse la noche emite con insistencia unas series de «tic-tic-tic-tic», oculto al abrigo de la maleza. En contraste con este repertorio de gritos discordantes, el canto es de una pureza extraordinaria.
De entre los zorzales que crían en España el Mirlo Común es el único en el que el plumaje del macho es diferente al de la hembra; el macho es negro, con el pico amarillo, mientras que la hembra es más parda y apagada, más parecida a otros zorzales.
Identificación:
Macho, negro azabache con pico amarillo; la hembra pardo oscura, más clara por las partes inferiores, ligeramente moteada y con pico pardo.
Nidificación:
La hembra construye un limpio nido en forma de copa con hierbas, hojas secas y barro en arbusto, arbolillo o alero de un edificio; pone, de marzo a julio, de 3 a 5 huevos verdes azulados claro con puntos pardos; la incubación dura unos 13 días sólo por la hembra; las crías, cebadas por los padres, vuelan al cabo de 13 ó 14 días; generalmente dos o tres crías.
Alimentación: Insectos y sus larvas, lombrices; frutos y semillas.
Hábitat: Parques y jardines.
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