VICENTE LUJÁN CON LA TÉCNICO DE CULTURA, NANCY SAEZ (Foto Fernando Mateo)
La exposición dedicada al pintor se puede visitar del 21 de octubre al 20 de noviembre en la Sala de Exposiciones del Palacio Provincial
La exposición dedicada al pintor se puede visitar del 21 de octubre al 20 de noviembre en la Sala de Exposiciones del Palacio Provincial
Los 50 años como artista de Vicente Luján, pintor valenciano residente en Alicante desde 1975, serán repasados a través de una muestra antológica en la Sala de Exposiciones del Palacio Provincial. La exposición está disponible para visitar desde hoy, 21 de octubre, hasta el próximo 20 de noviembre. La compilación de los trabajos que se exhiben se conforma por un total de 34 obras, 26 de ellas lienzos, otras 5 acuarelas y tres dibujos.
El horario de la muestra es de lunes a sábado, de 11:00 horas a 13:00 horas y de 17:30 a 20:00 horas.
Cuando pienso que conozco a Vicente Luján desde hace casi siete lustros, observo con qué celeridad pasa la vida. En un impulso un tanto audaz en persona tan discreta, un día se me presentó en casa al enterarse que yo había organizado una exposición en la sala de la Caja de Ahorros Provincial de la calle Mayor, en la que figuraba lo más granado de la pintura alicantina de entonces, dentro del
programa que diseñé para el Gabinete de Actividades Culturales del Mundial de Fútbol 1982 donde Alicante era sede de la selección albiceleste de la República Argentina, a la sazón campeona del mundo.
Luján, aunque valenciano de nacimiento, quería estar ahí participando, llevaba sólo siete años residiendo en la capitallucentina y deseaba darse a conocer como pintor. Lógicamente tuvo su merecido hueco en aquella colectiva de tan amplio eco. Aquel año conocí a la que sería mi mujer, Manuela y Vicente fueron a mi boda y su regalo consistió en un óleo que ya definí, en el texto que le hice para su exposición en la Mutua Unión Patronal, como "paisaje invernal de cepas desnudas
salpicadas en lontananza por olivos anárquicos entre montes semidespoblados, con un horizonte de buena perspectiva donde prevalecen los tonos marrones de campos yermos que culminan en un cielo grisáceo dentro de un conjunto marcado por pinceladas rotundas".
Luce en un salón de mi casa junto a obras, entre otros, de Mariano Antón, Cabrera Gisbett, Plácido Francés, Rafael Requena, Julio Quesada, Perezgil, Xavier Soler, Carrasco Baeza, Rosendo Franch o su paisano Mariano Benlliure.
Mientras tecleo el ordenador de mi despacho, que es la desorganización organizada de quien maneja tantos libros, papeles y documentos, me guarda las espaldas otra obra suya de igual técnica, encuadre más reducido entre nenúfares y similar tonalidad cromática.
Llegados a este punto observo que mi comentario amistoso, que no crítica en el sentido estricto del concepto, con motivo de su merecida y amplia exposición en la sala de la Diputación Provincial de Alicante, discurre por cauces inusuales. Así me está saliendo y siempre huyo de lugares comunes, de frases hechas, de tópicos al uso.
Escribo lo que siento en el momento y lo que la pintura de un artista me dicta al contemplar sus obras. Y entonces me viene a la mente un libro totalmente recomendable por su profundidad y vigencia de uno de los mayores pensadores que ha dado la literatura española de todos los tiempos y que duerme el sueño de los justos que suele ser bastante injusto: 'El arte de la prudencia', de Baltasar Gracián, ese que dijo aquello, en este caso sí que muy conocido, de que "lo bueno si breve dos veces bueno" a lo que seguía algo que se suele obviar y resulta igual de acertado, "y aun lo malo, si poco, no tan malo".
Este escritor aragonés alaba los valores del prudente, los eleva a la categoría de arte y expone unas normas a lo largo de trescientos aforismos comentados para desenvolverse correctamente en la sociedad de 1647 que se pueden adaptar perfectamente a los tiempos presentes. En la literatura, al igual que en la pintura, la calidad es imperecedera, no pasa de moda. Y precisamente Luján homenajea a grandes escritores como Cervantes, Lorca y nuestro Miguel Hernández.
De todo ello extraigo respecto a nuestro personaje que es un hombre que aplica su carácter prudente al arte de una manera pluritemática que puede evolucionar desde su personal figuración y postimpresionismo, hacia corriente:; más innovadoras que no me atrevo a calificar de vanguardistas pero sí de personalistas que derivan en una abstracción figurativa donde geometrías y diferentes planos adquieren su impronta, detectando a menudo composiciones de corte cubista.
Un pintor de calado, con sólida o discreta trayectoria, debe dominar el dibujo y con él el tratamiento de la figura humana. El seudoartista de amables paisajes y coloristas bodegones se queda en un pintor, puede que hasta comercial a secas mientras que en Vicente Luján se adivina su base, su intensa formación en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos ubicada en el antiguo convento del Carmen de Valencia, hoy reconvertido en inmenso centro cultural, sede además del Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana.
Allí tuvo a maestros como Genaro Lahuerta, Joaquín Michavila y Francisco Lozano que forman y a la vez conforman estilos propios del que sabe aprender conceptos y aprehender estilos para luego desprenderse de lo superfluo y crear uno propio, definido e inconfundible, como sucede con Luján a pesar de su amplitud de miras pictóricas donde tenemos muestras de entrañable costumbrismo regional, de paisajes infinitos, yermos y frondosos, de almendros floridos y olivos densos, de espacios urbanos y fabriles rotundos, de Cristos impactantes, de flores sugestivas donde observar ese común dominio de su paleta capaz de albergar un abanico inmenso de gamas cromáticas definidas por pinceladas firmes, meditadas pero ágiles.
La producción de Vicente Luján es, pues, amplia en calidad y cantidad aunque volviendo a Gracián, la primera siempre debe prevalecer sobre la segunda para poder llevar a cabo una pintura donde su libertad, y volvemos con el pensador, consista en poder hacer lo que se debe, no, añado yo, lo que te marquen o más pueda convenir al momento y sus convencionalismos.
Joaquín Santo Matas
Académico correspondiente de la Real Academia de Cultura de Valencia
Crítico de Arte