La octava huelga general de la
democracia paralizó el jueves la industria, en una jornada
en la que en Barcelona se
produjeron los primeros enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Foto de Eloy Alonso / Reuters/Reuters |
Los Mossos d'Esquadra intervinieron con dureza utilizando armas antidisturbios con pelotas de goma ante las miles de personas que se agolpaban en la Plaza de Catalunya, donde había contenedores ardiendo.
Un numeroso grupo de encapuchados arrojó piedras y destrozó diversas lunas y cristales, lo que encendió la mecha de los disturbios. La policía comenzó a cargar con dureza y disparar pelotas de goma para intentar disolver a los manifestantes.
"Si no nos quejamos nosotros, ¿quién va a hacerlo?, somos estudiantes, nos suben las tasas de estudio y ¿para qué? ¿Para que trabajemos en un McDonald's?", dijo Ariadna, una estudiante de Educación Social de 21 años en la Ciudad Condal, donde el movimiento estudiantil también se dejaba ver en una manifestación de sindicatos minoritarios, como CNT y CGT.
Frente al edificio de la Bolsa catalana también se produjeron algunos disturbios con quema de bolsas de basura, pintadas de "Ladrones" y símbolos de anarquía. Un manifestante, rápidamente detenido por la policía, golpeó a un hombre que salía del edificio, mientras otros le gritaban "Vosotros sois los que nos habéis llevado a esto" o "Muerte al capital".
En el centro de Madrid, grupos de manifestantes recorrían las calles cantando "Mariano, Mariano, no llegas a verano", y a las 18:00 horas, el flujo de miles de personas hacia la plaza de Neptuno, desde donde ya había partido la manifestación central de protesta, era incesante.
Tanto en Barcelona como en Madrid, algunos bancos fueron el blanco del enfado de los manifestantes, que ven en las entidades financieras unos de los principales responsables de la crisis económica que asola un país con un paro del 23 por ciento. Frente a la sede central del Partido Popular en Madrid, un cajero destrozado era una muestra de este descontento, mientras que en el barcelonés Paseo de Gracia se habían cerrado cajeros con pegatinas y ha habido pequeñas concentraciones ante sedes de bancos.
PARA SINDICATOS, UN ÉXITO; PARA GOBIERNO, UN FRACASO
Mientras miles de manifestantes mostraban su descontento con la reforma laboral en muchas ciudades españolas, los principales sindicatos convocantes, Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT), por un lado, y el Gobierno y la patronal, por otro, seguían su guerra de declaraciones.
"Esta huelga general ha sido un éxito democrático indiscutible", dijo Cándido Méndez, secretario general de UGT.
Los sindicatos cifraron la participación general, una vez descontados los servicios mínimos, en el 77 por ciento, mientras el Gobierno consideró que la asistencia al trabajo de la ciudadanía era de una "normalidad muy elevada", en sintonía con el presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell.
El líder de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, dijo que la huelga estaba teniendo mayor incidencia que las dos últimas, e insistió con que recrudecerán las protestas si el Gobierno no da su brazo a torcer en su intención de no cambiar la reforma laboral, mientras que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, insistió en que no cambiará la reforma laboral.
Báñez dijo que la huelga tiene menor seguimiento que la de 2010, amparándose en unos datos de consumo eléctrico, que en un momento puntual pueden haber sido superiores al del mismo momento de la anterior huelga, el 29 de septiembre de 2010.
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