El 'Baby Black' Cruden y el galo Parra, dejaron el partido por lesión
Un ensayo de Woodcock y un golpe de Donald, los puntos neozelandeses
Trinh-Duc convirtió un ensayo de Dusautoir al poco de salir de vestuarios.
Los 'All Blacks', justos nuevos campeones del mundo. | Afp |
No hay adjetivos para calificar esta competitiva, emocionante, sufrida y palpitante final del Mundial de rugby. Nueva Zelanda rompió su maleficio de 24 años sin revalidar el cetro y venció de forma agónica a una sorprendente Francia por 7-8. Mucho tuvieron que sudar los 'All Blacks' antes de ver como su centenario capitán Richie McCaw alzaba sobre el cielo de Auclkand la Webb Ellis Cup. Independientemente del resultado, ambas selecciones dieron una exhibición de lo apasionante que este deporte. Esta mañana en el Eden Park ganó el rugby. [Así lo vivimos]
Nueva Zelanda no fue el equipo que llegó a maravillar por momentos en la cita mundialista y fue porque se topó con una Francia que llegó herida en su orgullo tras oír a lo largo de toda la semana como casi todo el mundo del planeta rugby los daba por perdedores antes de jugar el choque. Los de Lievremont vendieron cara la derrota y además estuvieron muy cerca de hacerse con la victoria.
Tras un inicio prometedor de buen rugby, los 'All Blacks' tomaron el relevo de unos franceses que salieron valientes en los primeros minutos. Poco a poco, los de Graham Henry fueron haciéndose con el dominio de oval y del territorio y fruto de ello llegó el ensayo del remolque neozelandés Tony Woodcock. A la salida de una 'touch' el pillier aprovechó una grieta en la defensa gala y se coló para posar el oval sin oposición. En la conversión Piri Weepu seguía con su nefasta racha, pues antes ya había marrado su primer lanzamiento. No tuvo su día el medio melé y siguió errando de cara a palos. Tras un esperanzador inicio, Francia fue diluyéndose y la baja de Parra parecía un duro golpe si su sustituto, el apertura del Mont-Pellier Trinh-Duc, no se hubiese marcado el partidazo que completó. Las cosas se igualaban con la lesión del novato Aaron Cruden, la maldición del '10' se volvía a producir en el 'XV Kiwi', y Francia tranquilizaba una final que los 'All Blacks' tenían en la mano.
La segunda parte fue totalmente distinta. No sabemos como Marc Lievremont arengó a los suyos en los vestuarios, pero los 'bleus', hoy de blanco gracias a la caballerosidad de Jo Maso, tiñeron de azul la negra atmósfera que los 'All Blacks' habían tejido en los primeros cuarenta minutos. El aplicado Stephen Donald, el recambio de Cruden, acabó con la mala racha de los pateadores y convirtió el último golpe de castigo que concedieron los franceses (0-8). Ese fue el punto de inflexión del 'XV del Gallo' pues desde entonces se hizo dueño y señor de los verdes prados del Eden Park. Las acometidas francesas tuvieron su recompensa cuando el capitán galo Thierry Dusautoir se colaba por la línea neozelandesa y conseguía un ensayo que transformaría Trinh-Duc. 7-8 con media hora por delante que ponía el partido al rojo vivo. Graham Henry sabía lo que se le venía encima y decidió meter aire fresco sobre el campo. Un desafortunado Piri Weepu dejaba su lugar a un Andy Ellis, que al igual que todos sus compañeros, se vio sobrepasado por empuje francés. Una Francia que pudo ponerse por delante por primera vez en toda la final sin Trinh-Duc hubiese acertado con otra patada. Sin duda el mundial más desastroso en este aspecto. Grandes pateadores como Carter, O' Gara o Wilkinson también sufrieron al controvertido 'Virtuo' de Gilbert.
Los galos siguieron a lo suyo. El ensayo parecía cercano pero la férrea defensa neozelandesa cerró filas y se mostraron muy aplicados no cometiendo infracciones. Viejas guardias como Ali Williams o Andrew Hore salieron para matar un partido y dar la experiencia necesaria a unos 'All Blacks' que vieron sobre volar sobre sus cabezas viejos fantasmas llegados desde los Campos Elíseos. La final murió cuando faltaban dos minutos. Fabien Barcella se lanzó sobre un jugador placado y propició un golpe de castigo que Nueva Zelanda se encargó de contemporizar.
Nueva Zelanda, con todo merecimiento, volvió a reinar el mundo oval 24 años después, y de nuevo ante su gente. Francia sacó el orgullo y demostró porque es una grande de este fantástico deporte callando todas esas bocas que la daban por muerta antes de jugar el encuentro.
Como no podía ser de otra forma, la Webb Ellis Cup recibió su particular homenaje con una nueva 'haka' de unos exhaustos 'All Blacks'.
Nueva Zelanda no fue el equipo que llegó a maravillar por momentos en la cita mundialista y fue porque se topó con una Francia que llegó herida en su orgullo tras oír a lo largo de toda la semana como casi todo el mundo del planeta rugby los daba por perdedores antes de jugar el choque. Los de Lievremont vendieron cara la derrota y además estuvieron muy cerca de hacerse con la victoria.
Tras un inicio prometedor de buen rugby, los 'All Blacks' tomaron el relevo de unos franceses que salieron valientes en los primeros minutos. Poco a poco, los de Graham Henry fueron haciéndose con el dominio de oval y del territorio y fruto de ello llegó el ensayo del remolque neozelandés Tony Woodcock. A la salida de una 'touch' el pillier aprovechó una grieta en la defensa gala y se coló para posar el oval sin oposición. En la conversión Piri Weepu seguía con su nefasta racha, pues antes ya había marrado su primer lanzamiento. No tuvo su día el medio melé y siguió errando de cara a palos. Tras un esperanzador inicio, Francia fue diluyéndose y la baja de Parra parecía un duro golpe si su sustituto, el apertura del Mont-Pellier Trinh-Duc, no se hubiese marcado el partidazo que completó. Las cosas se igualaban con la lesión del novato Aaron Cruden, la maldición del '10' se volvía a producir en el 'XV Kiwi', y Francia tranquilizaba una final que los 'All Blacks' tenían en la mano.
La segunda parte fue totalmente distinta. No sabemos como Marc Lievremont arengó a los suyos en los vestuarios, pero los 'bleus', hoy de blanco gracias a la caballerosidad de Jo Maso, tiñeron de azul la negra atmósfera que los 'All Blacks' habían tejido en los primeros cuarenta minutos. El aplicado Stephen Donald, el recambio de Cruden, acabó con la mala racha de los pateadores y convirtió el último golpe de castigo que concedieron los franceses (0-8). Ese fue el punto de inflexión del 'XV del Gallo' pues desde entonces se hizo dueño y señor de los verdes prados del Eden Park. Las acometidas francesas tuvieron su recompensa cuando el capitán galo Thierry Dusautoir se colaba por la línea neozelandesa y conseguía un ensayo que transformaría Trinh-Duc. 7-8 con media hora por delante que ponía el partido al rojo vivo. Graham Henry sabía lo que se le venía encima y decidió meter aire fresco sobre el campo. Un desafortunado Piri Weepu dejaba su lugar a un Andy Ellis, que al igual que todos sus compañeros, se vio sobrepasado por empuje francés. Una Francia que pudo ponerse por delante por primera vez en toda la final sin Trinh-Duc hubiese acertado con otra patada. Sin duda el mundial más desastroso en este aspecto. Grandes pateadores como Carter, O' Gara o Wilkinson también sufrieron al controvertido 'Virtuo' de Gilbert.
Los galos siguieron a lo suyo. El ensayo parecía cercano pero la férrea defensa neozelandesa cerró filas y se mostraron muy aplicados no cometiendo infracciones. Viejas guardias como Ali Williams o Andrew Hore salieron para matar un partido y dar la experiencia necesaria a unos 'All Blacks' que vieron sobre volar sobre sus cabezas viejos fantasmas llegados desde los Campos Elíseos. La final murió cuando faltaban dos minutos. Fabien Barcella se lanzó sobre un jugador placado y propició un golpe de castigo que Nueva Zelanda se encargó de contemporizar.
Nueva Zelanda, con todo merecimiento, volvió a reinar el mundo oval 24 años después, y de nuevo ante su gente. Francia sacó el orgullo y demostró porque es una grande de este fantástico deporte callando todas esas bocas que la daban por muerta antes de jugar el encuentro.
Como no podía ser de otra forma, la Webb Ellis Cup recibió su particular homenaje con una nueva 'haka' de unos exhaustos 'All Blacks'.