Lo que molestaba a Cánovas
El presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, recibió a unas mujeres que fueron a pedirle un favor, al mismo tiempo que que éstas se disculpaban por ello:
- ¡Ay, don Antonio! Debe usted de estar harto de nosotras, porque no dejamos de pedirle cosas.
El político, conocido también por su fina ironía, contestó:
- Señoras, a mí las mujeres no me molestan por lo que me piden, sino por lo que me niegan.
Descubridores de dinero
Durante la crisis económica de mediados del siglo XIX, un acreedor ansioso por cobrar la deuda que había contraído el gobierno con él le dijo a Ramón María Narváez, Presidente del Consejo de Ministros:
-España cuenta con hombres insignes, como Cristóbal Colón, que descubrió América. ¿Por qué nadie del gobierno descubre la manera de pagarnos?
Narváez le contestó:
-Mire usted, Colón descubrió América porque había una América que descubrir; nosotros no podemos descubrir dinero porque no lo hay.
Un árbol que tapaba las vistas
El político izquierdista, George Clemenceau tenía una casita de campo donde acudía a descansar en vacaciones. En la casa contigua vivía un sacerdote y en el jardín de éste crecía un enorme y frondoso árbol que tapaban las vistas desde el jardín de Clemenceau.
Cierto día, el político solicitó al religioso que cortase el árbol que tanto le molestaba y el cura decía que lo había plantado en su juventud. Era tal la insistencia para que lo cortase que, finalmente, el vecino accedió.
Y, apenado, dijo:
-Que nadie diga que fui un obstáculo para que Clemenceau viera el cielo, aunque fuera de lejos.
El mejor de los dos
Con motivo de la segunda vuelta de las elecciones del año 2002 a la presidencia de la república francesa, se celebró un debate televisado en el que, los dos contrincantes, Lionel Jospin y Jacques Chirac pondrían sobre la mesa sus diferentes programas electorales.
El candidato socialista Jospin se dirigió a su oponente, haciendo gala de su fair play, de la siguiente manera:
- Que gane el mejor.
- Gracias- respondió Chirac.
La aguda respuesta de Mao
Un diplomático se estaba entrevistando con el Presidente de la República Popular China, Mao Tse-tung, cuando le realizó la siguiente pregunta:
-¿Qué habría pasado si, en lugar de haber matado a Kennedy, hubieran matado a Kruschev?
-Hay una cosa que es segura: Onassis no se habría casado con la señora de Kruschev- respondió el líder chino
Diferencia entre desgracia y catástrofe
En cierta ocasión, le preguntaron al Primer Ministro Británico Benjamin Disraeli sobre la “diferencia ente una desgracia y una catástrofe”:
-Lo entenderá usted enseguida: Si Gladstone* cayera al río Támesis y se ahogara, eso sería una desgracia; pero si alguien lo sacara del agua, eso sería una catástrofe
*William Ewart Gladstone era el rival político de Disraeli
Los años pasan para todos
El político y escritor gaditano del siglo XIX, Antonio Alcalá Galiano se encontró con una conocida a la que no veía desde hacía más de veinte años y esta le espetó:
-Don Antonio, le encuentro muy viejo.
Él la observó y contestó:
-Tampoco usted está más joven. Le ocurre lo que a los que se embarcan por vez primera: que cuando el barco comienza su singladura les parece que es la tierra la que se va de ellos, y que ellos no se mueven.
Un cónsul preocupado
Dijo Cicerón en cierta ocasión:
-En toda la Historia hemos tenido sólo un cónsul, tan preocupado por el bien público que nunca durmió en el periodo de su consulado.
Le preguntaron quién había sido el cónsul.Y Cicerón dio el nombre:
- Caninio Resizio.
Se trataba de un romano que fue nombrado cónsul por la mañana y destituido esa misma tarde
Virtuoso orador
Conocida era la virtuosa facilidad para la oratoria de William Maxwell Evarts, que fue Secretario de Estado de los EE.UU. entre 1877 y 1881.
En cierta ocasión, tuvo que pronunciar un brindis tras la celebración del día de Acción de Gracias. Demostró su ingenio ante el resto de los comensales, diciendo:
-Le hemos dado toda nuestra atención a un pavo relleno de salvia, es hora de hacer caso de un sabio relleno de pavo.
La ropa interior de Gil Robles
En cierta ocasión, el Ministro de la Guerra durante la 2ª República, José María Gil Robles fue interrumpido por un contrincante político que le espetó:
-¡Su Señoría es de los que todavía lleva calzoncillos de seda!
A lo que Gil Robles replicó:
-No sabía que la esposa de Su Señoría fuese tan indiscreta
Me lo manda Lorenzo C.........muy bueno, gracias!!!