En la década de 1470, un entonces joven y
poco conocido Sandro
Botticelli recibió el encargo de pintar una tabla con el tema de la
‘Adoración
de los Magos’.
La razón de que el encargante escogiera este tema para una capilla fúnebre residía en que era un devoto de los Magos de Oriente, y en especial de Gaspar, pues era su santo patrón.
De hecho, Guasparre pertenecía a la llamada ‘Compagnia dei Magi’, una singular e importante cofradía florentina que cada año se encargaba de preparar el desfile que celebraba la fiesta de la Epifanía.
La obra del genial artista, sin embargo, también resulta singular por otros motivos. En primer lugar, la escena aparece encuadrada en lo que parecen las ruinas de un edificio, y no en un pesebre al uso, e incluso se perciben al fondo los restos de una arcada de aires clásicos.
La presencia de estas arquitecturas clásicas semiderruidas se ha querido interpretar como una alusión al fin del paganismo que suponía el nacimiento del Mesías y el triunfo de la verdadera fe.
En cualquier caso, lo más singular de esta ‘Adoración’ está en las figuras de los Reyes Magos pues, según la opinión de los investigadores, están representados por tres destacadas figuras de la época: Cosme de Médici y sus hijos Pedro ‘el Gotoso’ y Juan.
Detalle de Cosme de Médici como rey mago | Crédito: Wikipedia |
El líder del clan, Cosme, aparece en el lugar más importante de la obra, arrodillado ante el niño y tomando los pies entre sus manos. Por su parte, Pedro aparece justo bajo la figura de la Virgen, ataviado con un llamativo manto rojo y charlando con su hermano Juan, que se encuentra a su derecha, con manto blanco.
No son los únicos Médici que aparecen en la pintura. De hecho, Cosme, Pedro y Juan ya habían muerto cuando se realizó la pintura, y era Lorenzo el Magnífico quien controlaba Florencia en aquella época.
Aunque hay diferencias de opinión al respecto, parece que ‘el Magnífico’ está retratado justo detrás de la figura de Cosme, ataviado con un manto blanco y tocado con un vistoso sombrero. Otros, por el contrario, creen que Lorenzo es el hombre con jubón rojo que aparece en la esquina izquierda de la tabla, apoyado sobre su espada.
También aparece el hermano de Lorenzo, Juliano de Médici, representado en la figura con jubón negro y rojo, con aspecto meditativo, que se encuentra a la derecha de la escena, en medio del cortejo.
En este singular retrato colectivo de la época no falta tampoco el encargante de la época, Guasparre del Lama, que aparece representado a la derecha de Juliano, señalándose el pecho con un dedo, como si indicara al espectador que él había pagado la obra. También está retratado el propio Botticelli –la figura a la derecha del todo–, que parece mirar con cierta arrogancia.
Juliano de Médici (primero por la izquierda) y Guasparre del Lama, mirando al espectador | Crédito: Wikipedia. |
Al igual que el cambista, los Médici eran también miembros de la ‘Compagnia dei Magi’ y, de hecho, su devoción hacia estos personajes neotestamentarios se remontaba mucho tiempo atrás pues ya en 1440, Cosme los había escogido como patrones de la familia.
Algunos años más tarde, en 1459, Cosme de Médici había encargado a otro artista, Benozzo Gozzoli, la realización de una pintura (‘El cortejo de los Reyes Magos’), en la que los miembros del poderoso clan aparecían también representados, al modo de uno de los tradicionales desfiles recreados por la ‘Compagnia’ cada 6 de enero.
La razón de que los Médici –incluso los ya fallecidos– aparezcan en la pintura encargada por Guasparre del Lama podría indicar que fue una petición propia del cambista a Botticelli, con la intención de congraciarse con la poderosa familia, pues la buena marcha de su negocio dependía en gran medida de su amistad con los gobernantes de facto de la república florentina.
Otra posibilidad, nada descabellada, es que hubiera sido el propio artista quien decidiese incluir a los Médici por un motivo similar. Botticelli sabía a la perfección el papel de mecenas de la cultura que ejercía la poderosa familia, y era consciente de que ganarse su simpatía podía valerle muchos encargos.
De hecho, eso fue precisamente lo que ocurrió. La pintura de Botticelli (actualmente expuesta en la Gallería de los Uffizi) agradó tanto a sus contemporáneos –entre ellos a los miembros del poderoso clan–, que a partir de entonces su fama le valió jugosos encargos procedentes de los más variados clientes, entre ellos la familia Médici y del propio Papado.
Arte secreto – vie, 4 ene 2013