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Detalle de la Piedra del Sol | Crédito: Wikipedia |
Quedan poco más de tres meses para que llegue el 21 de diciembre, fecha del
solsticio de invierno en el hemisferio norte y día en el que, según no pocos
agoreros, se producirá
el fin del mundo supuestamente anunciado por los
mayas.
A pesar de que
los
especialistas han negado que los mayas vaticinaran apocalipsis
alguno, y que por tanto no hay nada que temer, según avanza el
calendario aumentan las referencias a las profecías, especialmente en
Internet.
Esta singular "fiebre apocalíptica"
surgió a raíz de una mala
interpretación de los calendarios mayas, y concretamente del hecho de
que el 21 de diciembre
se produce el fin del decimotercer batkum (periodo de 394
años) de la era maya. Es decir: se acaba un ciclo, pero no por ello los
mayas creyeron que acababa el mundo.
En cualquier caso, si algo bueno ha tenido la difusión de las mal llamadas
"profecías" mayas es que
han servido para popularizar entre el público
los notables conocimientos astronómicos que tuvieron algunos pueblos
precolombinos, como mayas o aztecas.
Y es que aunque últimamente se oye hablar más del mundo maya —debido
precisamente a la fiebre por el supuesto fin del mundo—,
los mexicas
también fueron destacados astrónomos.
Una buena muestra del interés de esta cultura por los astros se encuentra hoy
en el
Museo Nacional de
Antropología de México, donde desde hace años se custodia un
relieve escultórico que se ha convertido casi en emblema de la cultura mexica:
la llamada
Piedra
del Sol, más conocida como
Calendario azteca.
El hallazgo de esta pieza monolítica se produjo en 1790, concretamente en la
esquina sur-oriental de la actual catedral de ciudad de México, justo en el
lugar en el que se levantaba el antiguo centro ceremonial de
Tenochtitlan.
Tallada en torno a finales del siglo XV o comienzos del XVI —se suele citar
la fecha de 1479— por artesanos aztecas, fue descubierta durante la realización
de unas obras en la ciudad. En el momento de su hallazgo estaba recubierta por
una rica policromía de colores vivos e impactantes, que lógicamente contribuían
a resaltar y también a aliviar el carácter macizo y pesado de la piedra.
No en vano, se trata de un gran monolito de forma discoidal, con un tamaño de
3,65 metros de diámetro y unas
24 toneladas de
peso. Por desgracia, las autoridades de la época decidieron dejar la piedra a la
intemperie, lo que provocó la pérdida de su llamativa policromía.
El enorme disco era el distintivo del
Templo del Sol, en
el santuario ceremonial de Tenochtitlan, y se encontraba guardado en su
interior, pues sólo los altos jerarcas religiosos tenían acceso a la piedra,
quedando su visión prohibida al pueblo llano, algo habitual en el mundo
precolombino.
Durante la dominación española, y hacia mediados del siglo XVI, el obispo
Alonso de Montúfar tuvo la 'genial' idea de ordenar su
enterramiento, "por los grandes delitos que sobre ella se cometían de
muertos".
En cualquier caso, la cuestión que más llama la atención del llamado
Calendario azteca es su complejo simbolismo y
posible
significado. Uno de los mayores estudiosos de esta singular pieza
azteca fue el historiador alemán
George
Kubler, y a él debemos uno de los análisis más destacados en este
sentido.
De forma muy resumida, para Kubler la parte
central del disco representaría el viejo mito
de los Cinco Soles mexicanos, ya existente en época huasteca, y que
adquirió en época azteca un gran desarrollo. El centro de la piedra sería por lo
tanto el Quinto Sol o rostro del dios Tonatiuh (dios
sol de los aztecas).
Alrededor del mismo estarían plasmados los cuatro soles anteriores,
extinguidos como consecuencia de la
falta de sacrificios
humanos. A continuación, se representan los distintos días y meses del
calendario azteca por medio de símbolos, dispuestos en orlas concéntricas. Por
último, en la orla exterior aparecen
dos serpientes que muestran sus
cabezas enfrentadas, símbolo del tiempo y el espacio.
Para otro especialista en culturas precolombinas, el profesor
José Alcina
Franch, la interpretación de la 'Piedra' era muy similar a la de
Kubler. Como nota discordante y un tanto singular, se encuentra la hipótesis de
la estudiosa mexicana
Rebeca Barrera.
Para ella, la Piedra del Sol no sería un calendario, sino un símbolo del fin
de una era, la del Quinto Sol, que se produciría con la llegada de
Quetzalcóatl.
Según la investigadora mexicana, la piedra sería por tanto una especie de
profecía pétrea que vaticinaba el fin del mundo azteca, cosa que ocurrió con la
llegada de los españoles, cuyo líder militar,
Hernán
Cortés, habría sido confundido por los aztecas con el dios
Quetzalcóatl.
Aunque la pieza original está expuesta en el Museo Nacional de Antropología de México,
en España puede contemplarse una réplica en el Museo de América de
Madrid, una visita, por cierto, muy recomendable.
Por Javier García Blanco | Arte
secreto –
Pinchando en los puntos verdes te da la explicacion de como se lee el calendario.......