18 de junio de 2013

Una docena de trucos para superar el miedo escénico (a tener en cuenta)


Foto de la pelicula: el discurso del rey

Como en casi todas las cosas, hay una cifra por ahí que nos dice que 3 de cada 4 personas tendremos que hablar en público alguna vez en la vida. La mayoría de los que estáis leyendo esto seguro que ya habéis experimentado lo que es hablar o actuar en público. Sin duda es un momento bastante delicado, donde distintas sensaciones nos van asaltando sin control: sudoración, temblor de voz, vértigo, taquicardias, sequedad bucal, nudo en el estómago, etc.

Si alguna vez has sentido algo de esto, aquí van doce consejos para que no te pase y salgas seguro y con éxito en tu intervención:

1. Estar bien preparados

Si, ya sé que parece una obviedad, pero a veces se nos olvida lo más básico. Por eso, cuanto más trabajemos lo que vamos a decir, mejor. No escatimes esfuerzos ni tiempo en prepararte muy bien tu participación, supondrá una inyección de seguridad importantísima.

2. No improvisar


Al hilo de lo anterior, improvisación CERO. Cuando vemos actuaciones o discursos donde parece que en un momento determinado el orador trae un chiste o una anécdota por algo que ha dicho, no te lo creas: lo tenía preparado. Sólo con muchas horas de tablas podrás improvisar algo. Pero créeme, los grandes NO improvisan, trabajan mucho el punto 1.

3. Conocer donde vamos a intervenir

Una de las cosas que al ser humano le proporciona mayor tranquilidad y seguridad es haber estado allí antes. La primera vez que fuimos a clase en la universidad o a nuestro trabajo, íbamos con mucha desconfianza, observas todo, no sabes muy bien donde ponerte. Pasados unos días, el mismo escenario (clase, trabajo, etc.) se convierte en algo que forma parte de nosotros. Y entramos con confianza, con convicción. Por lo tanto, si tienes la oportunidad de conocer físicamente el lugar donde vas a intervenir mejor. Si no puedes ir, internet te ayudará.

4. Relajación

Esto es muy personal. Cada uno tiene que hallar lo que le relaja antes de realizar algo. Así, algunos lo conseguirán caminando un rato. Otros, hablando con alguien o “whatsappeando”. También bebiendo un Gin (he dicho UNO) o dando dos gritos en privado. Lo que sea que nos relaje estará bien. Busca lo que te relaja a ti.

5. Mensajes positivos

Aquí es fundamental hablarnos y querernos mucho. Ten en cuenta que todo lo que nos decimos nuestro cuerpo, que es muy sabio, toma nota. Y si las frases no son bonitas, nuestro estado de ánimo no será el más óptimo para intervenir. Por el contrario, cuanta más fuerza y positividad imprimamos a nuestro mensaje interno, con más ganas y confiados saldremos.

6. Respiración

Todos sabemos lo importante que resulta una respiración calmada. Cuando uno se encuentra nervioso, automáticamente se acelera nuestro ritmo cardiaco y entramos en bucle: nervios-corazón acelerado-más nervios-más rápido late el corazón…Por lo tanto, una buena forma de salir de esa encrucijada es controlando la respiración. Centrarnos en inhalar y exhalar con calma, sintiendo como entra y sale el aire de nuestro cuerpo. Si te hallas muy muy nervioso, te recomiendo realizar cuatro respiraciones cortas y una larga en una serie de cinco repeticiones. Es decir, veinte en total. Notarás una relajación inmediata.

7. Focalizar una cara

Uno de los males más comunes al hablar en público es sentir un vértigo al mirar a las personas que nos están escuchando. En vez de personas o caras, se suele observar una masa que nos produce una sensación de mareo. Si te ocurre, lo que debes realizar es una fijación visual sobre una persona, recreándote en todos los detalles de su cara: pelo, ojos, gafas, boca, etc. Una vez que has fijado un rostro, donde antes había una masa desaparece y podrás distinguir al público perfectamente.

8. Plan B

Aunque hagamos todo muy bien, siempre puede surgir un imprevisto. Por eso, es recomendable que tengas un plan B. ¿Y que ponemos aquí? Algo con lo que nos sintamos cómodos. Tal vez unas cuantas frases que hemos desarrollado en foros más reducidos o algunas anécdotas que se las hemos contado a nuestros amigos. Esto nos ayudará a salir del paso y ganar tiempo hasta reconducir nuestra intervención.

9. Amuleto

Aunque no seas creyente o supersticioso, casi todo el mundo tiene algo que le trae “suerte”. Unos zapatos, unos pantalones, una pulsera o un objeto que nos regalaron unos amigos cuando estuvieron de viaje por la India. Pues bien, esto no es que nos dé “suerte”, simplemente nos hace ganar confianza y nos ayudará a vencer la inseguridad.

10. Visualización de nosotros realizando la intervención

Siéntate en un lugar tranquilo durante 15 o 20 minutos. Cierra los ojos y respira sintiendo como entra y sale el aire de nuestro cuerpo. Comienza a imaginarte hablando en público. Fíjate en todos los detalles: la ropa que llevas, si tienes calor o frio, las personas que nos observan, qué estás diciendo y cómo lo expresas, a que te huele, etc. Es muy importante recrearte en la escena, no dejes nada pasar por alto. Y como eres tú quien se encuentra imaginando, no tengo que decir que estás bordando la intervención.

11. Personaje que admiremos

Seguro que tienes un político, un periodista, un jefe o un amigo que cuando habla en público nos resulta embaucador escucharle. Intenta estudiar a ésta persona: movimientos, entonación, manera de mirar a los demás, etc. Después, como un juego, trata de imitarlo, de meterte en sus zapatos y realizar una intervención como si fueras la persona que admiramos.

12. Mini lista de éxitos

Aunque no nos lo creamos, estoy convencido que has tenido que intervenir alguna en público y has salido bastaste bien. Debes recordar y anotar las tres ocasiones que has intervenido y has logrado un buen resultado. No es necesario que fueran ante auditóriums grandes, ni exposición larga; basta con que para ti resultarán importantes, te causaran miedo al pensar en ellas y después consiguieras lo que deseabas. Cuando lo tengas escrito, recréate en esos tres momentos de tu vida que produjeron una satisfacción personal importante

Si realizas todos los pasos conseguiras rebajar considerablemente el miedo o el gusanillo que todos notamos en el estomago antes de una intervención. No te sientas un bicho raro. Todo el mundo, por muchas tablas y experiencia que tengan, sienten ciertos nervios antes de hablar. Lo importante es canalizarlo en algo positivo para que nos mantenga activados y con la docena de consejos que acabamos de ver, creeme que lo lograras.

suerte!!!