Durante la Primera Guerra Mundial en el diciembre de 1914 es donde en un campo de batalla, los distintos bandos en conflicto comenzaron a cantar canciones Navideñas, entre ellas “Noche de paz”. Los soldados de los batallones sacaron sus banderas blancas y llegaron a un acuerdo de no atacarse durante la Nochebuena. Además, compartieron como amigos comidas, bebidas y hasta recuerdos de sus seres queridos. En pocas horas se dieron cuenta que todos eran hombres de sentimiento, con familias, con los mismos problemas y de semejantes alegrías y tristezas. Inclusive, la tregua permitió que pudieran enterrar mancomunadamente a sus muertos y oraron juntos por ellos y por sus “enemigos”.
La tregua se aplicó por encima de los dictámenes de las autoridades francesas, alemanas e inglesas, las cuales habían ordenado ofensivas y asaltos la noche de Navidad.
Esa noche, los soldados, básicamente gente del pueblo, impusieron la paz a sus propias autoridades.
Esta situación, sí la llevamos a nuestra vida personal nos permitirá aliviarnos de nuestras angustias, encontrarnos con aquellos con quien de alguna manera hemos tenido divergencias, tratando de no hablar sobre lo que nos desune y buscando las coincidencias. Nos abre campo a la tolerancia, al mutuo entendimiento, a la unión espiritual con nuestros familiares, amigos, conocidos y compatriotas y a tender puentes de comunicación con quienes piensan diferentes a nosotros.
En esta época navideña los invitamos al reencuentro y a compartir con unos y otros la fuerza del Espíritu de la Navidad que nos vitaliza con sentimientos de amor y alegría.
Reciban unas muy
¡Felices Fiestas! y un ¡Próspero Año Nuevo!