9 de febrero de 2013

Montañas de agua dulce que se disuelven en el mar

El agua potable es un recurso escaso en muchos países. En pleno siglo XXI, casi mil millones de personas alrededor del mundo todavía no tienen acceso a agua limpia y más de 2.500 millones carecen de un sistema de saneamiento del agua. Ante esta realidad, los investigadores del mundo entero buscan soluciones para producir agua potable. Sin embargo, existen gigantescas represas de agua dulce que aún no han sido aprovechadas: los icebergs.

A diferencia de la banquisa, que es formada por agua de mar congelada y alberga animales salvajes, los icebergs son montañas de agua dulce a la deriva. Separados de glaciares polares y casquetes glaciares, van a la deriva naturalmente por el océano hasta fundirse. 

Cada año, los glaciares producen miles de icebergs destinados a fundirse y a desaparecer en las aguas saladas de los océanos. ¡Y cada año, el equivalente de un año de agua potable para el consumo humano se funde y desaparece!


Una idea brillante contra la sequía


No es una idea nueva pero hasta hace poco se consideraba irrealizable. Ahora vuelve a resurgir con más fuerza debido a la terrible sequía que azota el Cuerno de África.

Se trata de una técnica ideada hace más de 40 años por el ingeniero francés Georges Mougin. Hoy, a sus 86 años, sigue insistiendo en que, tarde o temprano, será una realidad. Su teoría consiste en que los icebergs son como enormes embalses flotantes de hielo y que como tal se podrían remolcar desde Canadá hasta África. Son muchos los que se disuelven en el mar sin ningún aprovechamiento, y es una pena no poder utilizarlos para satisfacer la urgente necesidad de agua potable en las regiones más áridas del mundo.

Imaginemos un iceberg de 7 millones de toneladas situado en la isla de Terranova (Canadá) y que, arrastrado por un remolque, fuésemos capaces de llevarlo por todo el Atlántico a su lugar de destino, por ejemplo las Islas Canarias, muy cerca ya del continente africano. A una velocidad media de 1 nudo podría hacer el recorrido en poco más de 4 meses y medio. Eso sí, llegaría menguado por el calor y otros factores en cerca del 40 % de su tamaño inicial pero suficiente para saciar la sed de miles de personas.



Esta idea de Georges Mougin fue apoyada en su primer intento por el príncipe Mohamed al-Faisal de Arabia Saudí, que veía como, de ser posible, podría aliviar un problema tan grave como la falta de agua de sus ciudadanos. Sin embargo, poco a poco se fue desanimando al ver como estos apoyos no se traducían en la inversión necesaria para acometer el proyecto, y también por las críticas recibidas desde todos los frentes al considerar que su idea, además de cara, era demasiado compleja para poder llevarla a la práctica. Así que poco a poco fue cayendo en el olvido.

Pero, entonces, ¿por qué volver a las andadas? Los tiempos han cambiado y Mougin cree que la evolución tecnológica ha avanzado hasta el extremo de predecir los efectos de las corrientes marinas en el recorrido de los icebergs, uno de los factores más determinantes para lograr el éxito. Además, ha conseguido diseñar un sistema de aislamiento o falda que permitiría ralentizar el derretimiento del hielo; y el transporte, único y gran problema persistente, estaría ya en vías de solución. Todo ello augura a medio plazo una mejora muy notable en la rentabilidad y por tanto en la viabilidad de su proyecto.
A continuación explicamos de una forma muy simple cuales serían sus líneas básicas:

 En el iceberg del ejemplo, de 7 millones toneladas, se ha supuesto que tiene una longitud de 232 m. y una profundidad de 163 m, con un volumen del 10 % para su parte emergente y del 90 % para la parte sumergida. Iría recubierto de un cinturón flotante de material geotextil, aislante que protegería la parte sumergida de las corrientes marinas y la erosión. 

Con este sistema, la parte más débil pasaría a ser sus laterales, más expuestos a fundirse debido al contacto directo con el oleaje marino y su propio movimiento, por lo que el diseño del cinturón se ha hecho de manera que recubra también, al menos, 6 m. de la superficie emergente sobre el nivel del mar. El conjunto formaría una especie de bolsa gigante que envuelve la parte sumergida del iceberg y evitaría que el hielo se derritiese con mayor rapidez.

 Para su control, el iceberg estaría dotado de señales lumínicas y aparatos de posicionamiento por satélite, y sería arrastrado por un buque de unas 100-130  T. de tracción. Un cometa, unido por un cable al remolcador, volaría entre 100 y 300 m. de altura donde la intensidad del viento es más fuerte y la velocidad más constante, y haría las veces de vela permitiendo un importante ahorro de combustible. La función del remolcador sería sobretodo corregir la ruta durante la navegación aunque parte del trabajo lo harían las corrientes marinas. Se movería a una velocidad media de 1 nudo (1,8 Km/h) y llevaría una red similar a las usadas en la pesca del atún que rodearía a todo el iceberg y a su aislante de protección.

 Con todos los datos de partida claros, las condiciones climatológicas previstas, y teniendo en cuenta que la parte emergente es la menos afectada por los rayos solares, pues el color blanco del hielo es un perfecto reflector de los mismos, se estima que llegaría a su destino con una pérdida algo inferior al 40 % de su volumen de partida. El viaje piloto desde la isla de Terranova (Canadá) hasta las islas Canarias se realizaría en primavera, y la travesía tendría una duración de 140 días en las condiciones esperadas.

Para que nos hagamos una idea, 30.000 millones de litros de agua dulce suponen las necesidades de una ciudad de 550000 habitantes durante 1 año.


Georges Mougin ha vuelto otra vez al primer plano. Una empresa tan importante como Dassault Systemes está dispuesta a ayudarle hasta el punto que ya se han hecho simulaciones en 3D (ver artículo). Dotado de un ordenador de gran capacidad, ha estado trabajando junto a un equipo formado por 15 ingenieros con las múltiples variables que intervienen en el proceso: tamaño del iceberg, corrientes marinas, complicaciones metereológicas, días de travesía necesarios, y otros parámetros indispensables para llevar a buen término su idea.
 
Vista submarina de la falda del iceberg a nivel del agua justo después de su instalación. © Dassault Systèmes

Durante el diseño previo se vio sometido a todo tipo de desilusiones. Sus primeros intentos fueron de nuevo un fracaso: por ejemplo, vio como el iceberg podía quedar atrapado y se derretía antes de llegar a su destino; lo que unido a otros percances más o menos graves a nivel de proyecto, hizo que minase un poco su esperanza. Pero bastó, en este caso concreto, con retrasar el envío un mes (de mayo a junio) para que todo se solucionase y recuperase de nuevo su espíritu indomable. Así fueron resolviendo una a una las distintas situaciones adversas posibles hasta conseguir demostrar que el proyecto es perfectamente viable.
Con el panorama despejado, Mougin ya se plantea realizar el primer viaje piloto en el año 2014 teniendo a la isla de Lanzarote como destino más probable. En estos momentos se encuentra buscando posibles inversores para lograr los 10 millones de financiación requerida. Piensa que el proyecto es caro pero también cree que sus costes bajarán de forma drástica a medida que el número de viajes aumente y que, a la larga, será más viable que otras técnicas existentes como la desalinización.
Hay un hecho cierto, imponentes icebergs se encuentra siempre en movimiento y cada día enormes bloques de hielo se separan de las barreras del Ártico, portando millones de litros de agua dulce congelada navegando a la deriva para terminar derritiéndose sin ninguna utilidad. Sólo en la isla de Groenlandia cada año se derriten 350 millones de toneladas de hielo que terminan en el mar.


The Iceberg Project (Rêve de Glace)
En un breve documental realizado por las televisiones alemana y francesa, «IceDream: The Icebert Project»”, se puede ver a Georges Mougin contando su interesante historia.


Fuentes:
http://www.3ds.com/es/icedream/the-project/ 
y
http://eltrasterodepalacio.wordpress.com/2011/08/23/una-idea-brillante-contra-la-sequia/