J. L de la Serna | J. Beneytez (vídeo) | Madrid
El otro día comentaba con un vecino y amigo lo importante que es dedicar a diario un buen rato a hacer ejercicio de cierta intensidad. Me respondió con una frase que le había recalcado su médico: "Antes de los 40 años el ejercicio es una prioridad y a partir de los 40 es la prioridad". No crean que la sentencia es demasiado rotunda porque no es así. En este mundo desarrollado en el que el porcentaje de personas mayores que ocupan la pirámide poblacional sigue creciendo es necesario diseñar una estrategia de promoción de la salud que nos lleve a un camino más esperanzador del que muchos otean.
Hasta ahora, cumplir años llevaba inexorablemente emparejado -sobre todo a partir de cierta edad- el rampante declive físico y la enfermedad crónica.
Las palabras anciano o envejecimiento tienen un punto de peyorativas debido probablemente a ese motivo. Hay que darle la vuelta a tanto pesimismo. Y existe una manera, sobre todo en las culturas mediterráneas, que ayuda a cumplir años de en buena forma. Hacer del ejercicio físico la prioridad desde la cuarta década.
Algo tan simple como una hora diaria quemando calorías de forma estructurada es el mejor remedio para disminuir la enorme tasa de enfermedades crónicas que vislumbran los expertos en epidemiología. Un trabajo esta misma semana publicado en la revista JAMA ha vuelto a refrendar la trascendencia de los hábitos de vida saludables.
En el mayor estudio de seguimiento poblacional que existe en el mundo (Nurses Health Study) se prueba que las probabilidades de sufrir un ataque cardiaco mortal disminuyen muy, pero que muy significativamente, cumpliendo muy pocos requisitos. Basta con no fumar, no estar obeso, tener un 40% de la dieta estilo mediterránea y hacer al menos 30 minutos al día de ejercicio.
Hay que hacer de la promoción de hábitos de vida saludables una cruzada de la misma intensidad -como poco- a la que hemos hecho contra los cigarrillos.