26 de septiembre de 2011

Amedeo Modigliani (1884-1920). "MODI" (El maldito)

Amedeo Modigliani nace en la ciudad toscana de Livorno en 1884, en el seno de una familia relativamente acomodada de judíos sefarditas. Es el menor de cuatro hermanos -el primogénito, Emmanuel, habría de ser un importante dirigente del Partido Socialista Italiano- fruto del matrimonio entre Flaminio Modigliani, un comerciante de origen romano, y Eugenia Garsin, mujer culta y progresista que ejercerá una poderosa influencia en el joven Amedeo.
Muy pronto se manifiestan dos de los rasgos que marcarían su vida. Con once años padece una grave pleuritis, de cuyas secuelas nunca se recuperó, y, dos años después, inicia sus clases de dibujo con la autorización de su madre, que -según confiesa en su diario- ve en esta actividad una salida al "estado de languidez" en que se encuentra el joven. De esta forma, Modigliani, a diferencia de la mayor parte de sus colegas de origen burgués, nunca encontrará oposición familiar a su vocación artística.

La fiebre del arte
En 1898, Modigliani renuncia definitivamente a los estudios regulares y comienza a frecuentar el taller de Guglielmo Micheli, un discípulo de Fattori y, como él, uno de los macchiaioli -grupo de pintores toscanos que anticipan algunos aspectos del impresionismo-. En el invierno de 1901, una recaída en su lesión pulmonar hace que viaje al Sur acompañado por su madre en busca de un clima más favorable. Durante este viaje, el contacto con las grandes obras del arte italiano reafirma en él unos deseos de profundizar en la práctica artística que le llevan a inscribirse en la Escuela Libre de Desnudo de Florencia, en 1902, y, al año siguiente, en el Real Instituto de Bellas Artes de Venecia. Allí conoce al pintor chileno Ortiz de Zárate -que años más tarde sería su vecino en París- y le expresa su propósito de convertirse en escultor. Puede decirse que en esta ciudad, emancipado de la tutela familiar, Modigliani inicia su vida de bohemio, asiste a reuniones ocultistas y comienza a consumir hachis. Se prepara de esta forma para viajar a París, adonde llega a comienzos de 1906. En la capital francesa alquila un estudio en la rue Caulaincourt, en el barrio de Montmartre. Muy pronto, se inscribe en la Academia Colarossi y comienza a esculpir las piedras que, de forma bastante azarosa, consigue en las construcciones parisinas. Con su aspecto de dandi aseado -siempre llevaba un traje de terciopelo y un fular rojo-, Modigliani se sumerge en una ciudad que vive sus mejores momentos artísticos: los fauves acaban de provocar un enorme escándalo en el Salón de Otoño de 1905 y Picasso está preparando ya sus Señoritas de Avignon, la obra que será el germen del inmediato cubismo.




Musique : John SOKOLOFF

La huella de la escultura

Cabeza, 1914
Tras Alexandre, otro personaje fundamental en el devenir de la carrera de Modigliani es el escultor rumano Constantin Brancusi, vecino suyo en la Cité Falguiere de Montparnasse. Animado por Brancusi, Modigliani, que nunca había renunciado a su vocación de escultor, decide en 1909 consagrarse a esta actividad. Las obras de este periodo, que se prolonga hasta 1914, están realizadas en talla directa y son fruto de un proceso de estilización que le debe mucho al arte negro -que por esa época fascina a la mayor parte de los artistas de vanguardia-, pero también alas estatuarias egipcia y griega arcaica. En el verano de 1912, Modigliani realiza su último viaje a Italia, impulsado por sus amigos, que, ante el deplorable aspecto que el pintor ofrecía, deciden hacer una cuestación con la esperanza de que en el entorno familiar moderara sus hábitos. En Livorno encuentra un taller y reanuda la escultura. Según una leyenda -sólo documentada en parte-, las críticas de sus amigos livorneses harán que, en un ataque de despecho, el artista arroje sus esculturas al Canal de los Holandeses de la ciudad toscana, desapareciendo para siempre. Esta decepción, unida al alto costo de los materiales, la necesidad de disponer de un taller adecuado para la talla de la piedra y los problemas de salud que el polvo ocasionaba asus débiles pulmones, forzará el abandono de esta disciplina por parte del artista. Sin embargo el intenso ejercicio de síntesis que caracteriza a esta etapa dejaría una huella profunda en su producción posterior. A partir de 1914, Modigliani, que cuando estalla la guerra intenta alistarse, pero su mala salud se lo impide, retorna con nuevo ímpetu la pintura; protagonistas de su obra siguen siendo sus amigos parisinos: Paul Guillaume, marchante que sustituye a Alexandre cuando éste parte a la guerra y que le compra algunos cuadros; Beatrice Hastings, una poetisa sudafricana con la que mantuvo una tormentosa relación amorosa, y, sobre todo, Lépold Zborowski, poeta polaco que, desde 1917, será, a la vez, representante y amigo.

Un trágico final
La primera exposición individual del pintor italiano, realizada en la galería de Berthe Weill, es clausurada por la policía a causa de unos desnudos -calificados de inmorales-que se mostraban en el escaparate de la sala. Ese mismo año conoce a la que sería su última compañera, Jeanne Hébüterne, una joven de diecinueve años con la que tendrá su única hija reconocida, Jeanne. Poco a poco consigue vender obras, pero su salud empeora y se agrava su dependencia de las drogas y del alcohol. Consumido por la enfermedad, tras una semana de terrible agonía en que la pareja permanece recluida en su estudio, sin comida y sin solicitar ayuda a nadie, el pintor muere en enero de 1920 en un hospital de París. A las pocas horas, su compañera, que se encontraba ya en el noveno mes de gestación, se suicida arrojándose desde la ventana de su piso.