30 de septiembre de 2011

Los beneficios de la risoterapia en la enfermedad de Alzheimer

Por el bien de cuidador y cuidado hay que recordar como reírnos, como dejar que el baile o los aspavientos nos relajen; como compartir unas cosquillas o un masaje puede rebajar el estrés.


Hace tiempo que se dice de la E.A.
que será la nueva plaga del siglo XXI.
 (Ilustración: Eva Fajardo)
 Gracias a los medios de comunicación resulta prácticamente imposible no enterarse de que el 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer. La celebración de estos días dedicados a diversas enfermedades, la mujer trabajadora, o la ciudad sin coches entre otros asuntos, tiene la virtud de recordarnos cada año, al menos por unas horas, situaciones ó problemas que afectan a nuestra sociedad.

La Enfermedad de Alzheimer (E.A.), con su rápida progresión en el aumento de pacientes, es uno de esos problemas sociales que, antes o después, acaba resultándonos cercano en forma de un familiar o un amigo que se ve afectado por ella.

Hace tiempo que se dice de la E.A. que será la nueva plaga del siglo XXI, tanto por su expansión como por tendencia a atacar cada vez a una edad más temprana. Dentro de los muchos actos y conferencias que se celebran en torno al día 21 este año pude asistir a las Jornadas Informátivas que organizó la Asociación de Alzheimer de la ciudad en la que vivo.

Y aunque todos los temas tratados fueron interesantes: la movilización ergonómica de los enfermos, o la mejor alimentación para ellos, entre otros; hubo dos conferencias que me gustaron especialmente. La primera versó sobre la importancia de que el cuidador de un enfermo se cuide. Y de cómo puede ayudarle en esta tarea la “risoterapia”. Los enormes beneficios de la risa sobre la salud física y el bienestar emocional experimentados a través de unas técnicas encaminadas a conseguir liberar nuestra risa.

La risa, que nace con nosotros y es tan frecuente en los niños, se nos va olvidando a medida que crecemos. Que decir cuando en nuestra vida entra un hecho como un familiar con Alzheimer. Los problemas de cualquier trayectoria vital parecen ser el abono ideal para dejar de saber reírnos como niños.

Pero por el bien de cuidador y cuidado hay que recordar como reírnos, como dejar que el baile o los aspavientos nos relajen; como compartir unas cosquillas o un masaje puede rebajar de forma importante el stress del cuidador. Del equilibrio de este depende, en buena medida, el equilibrio del enfermo. La conclusión clara del taller de risoterapia impartido por Lola Gil del Gallego fue: ¡¡riase!!, a carcajadas, dejando que sus benéficos efectos relajen su cuerpo y su mente.
Y desde luego todos los que participamos en los ejercicios salimos de allí con mucho mejor humor y más ánimo.

La segunda conferencia, impartida por una neuróloga, la doctora María José Sanz, trataba sobre los últimos adelantos en investigación sobre la Enfermedad de Alzheimer. Tenía una cierta prevención con el tema. Por una parte la mayoría de las veces que he oído a profesionales me ha resultado muy denso por los tecnicismos y por la jerga médica que suelen utilizar; y por otra estoy un tanto harta de las falsas noticias sobre vacunas y medicamentos que se publican y que no recogen hechos reales sino contenidos que parecen interesantes en titulares.

Pues resultó ser una agradable sorpresa… La doctora fue muy clara en sus explicaciones y utilizó un lenguaje asequible para cualquiera de los asistentes. Supimos, por ella, del complicado proceso que sigue un fármaco hasta poder ser comercializado, las fases en que los nuevos productos se van “cayendo” al fallar en su acción terapéutica o tener efectos secundarios inaceptables. Sumando a todo ello la dificultad de contar con información patológica al no poder realizar pruebas de laboratorio sobre cerebros enfermos.

Nos habló de las diferentes zonas de acción en que se está investigando. No sólo en mejorar los productos actuales que funcionan como retardadores de los efectos del Alzheimer, si no en nuevos fármacos que tratan de evitar la fase de demencia, atacando el problema en fases iniciales de la enfermedad.

Seguramente, los que tenemos un caso cercano hoy, no podremos ver el efecto de ninguno de estos medicamentos que están en fase de experimentación. Pero el saber que se está investigando, con importantes inversiones, y con proyectos transnacionales de colaboración nos da una esperanza de disponer de mejores herramientas farmacéuticas para el cuidado de los enfermos de E.A. en un futuro no lejano.


Ana Romaz / Actualizado 30 septiembre 2011